lunes, 27 de septiembre de 2010

Joded hasta desfallecer

Joded hasta desfallecer era la consigna de Casanova y de sus coetáneos. En pleno siglo de las luces en que la educación iba destinada, muy al contrario de nuestro siglo XX-I, que es esencialmente técnica y científica, al goce y al cultivo del placer tanto en el plano intelectual, en el arte, la literatura y la filosofía, como en lo sensual, promoviendo el goce de los sentidos a todo placer, en lo gastronómico, en los perfumes, en el tacto de las telas y las pieles y en la armonía estética de muebles, adornos,  motivos pictóricos sexuales recogidos de la antigüedad clásica con sus faunos, ninfas y sus orgías en mitad de la naturaleza. Un siglo, el XVIII, en el que la desmesura en la complicado se lleva a su máxima expresión por ejemplo en los tocados de las mujeres, los polvos, las pelucas, las finas sedas, los jabones y perfumes, y las constantes cenas y fiestas en las que se comían enormes cantidades de ostras (a punto estuvieron con acabar con todas las de la costa de venecia), se tomaban abundantes vinos, champán y ponche para regar suntuosas viandas a base de asados, patés, caza, etc que hacían las delicias de los comensales que acudían ricamente ataviados. Poco importaba a las damas coger peso en aquellos banquetes, algo ridículo en la época, y no solo eso, suponían un anticipo a la voracidad con la que se llevaría despúes a cabo el combate amoroso secundado probablemente de varios asaltos durante toda la noche. Así nuestro querido Casanova no dedicaba menos de siete horas  a estos menesteres. Por ello reivindico esta bella época en la que predominaba el carpe diem del poeta Horacio y el joded hasta desfallecer.


Continuará...

1 comentario:

  1. Tienes toda la razón del mundo. La civilización está acabada. La degradación ambiental (fruto de la masificación y el consumismo alentado por los avariciosos dementes de siempre) y moral (herramienta utilizada por éstos últimos para dominar a esa masa) ya casi ha llegado a niveles en los que el mundo, y especialmente la especie humana, dejará de ser lo que es. Habrá un cambio como sucede cuando se lleva cualquier cosa al límite. Agárrense los machos, pues tras la borrachera siempre llega o la resaca o el coma etílico y la muerte. La libertad hay que ganársela a pulso. La masa tiene lo que se merece. El problema es que con ella todos serán arrastrados, lo merezcan o no. La inteligencia, imprescindible para el buen gobierno, es un atributo cualitativo, no cuantitativo. La democracia, en cambio es la soberanía del número, de la cantidad, no de la excelencia. Cuarenta millones de ignorantes nunca podrán superar en juicio a una sola persona con conciencia y conocimiento. Lamentablemente, a nuestros padres se la colaron con el cuento de la democracia. Quizá la única alternativa sea la de ir por nuestro lado y tratar de vivir como Casanova, pese a que a veces nos encierren en la cárcel de la incorrección política. Seguir disfrutando de la cultura, el arte, la gastronomía, el disfrute que otorga la capacidad de apreciar las manufacturas de calidad: un buen tabaco de pipa (aunque dure poco), un cómodo sillón de cuero (pese a que no esté en nuestra casa, si no en una tienda), un libro o una obra de arte que nos acerque a lo bello, lo verdadero y lo bueno (aunque solo sea por unos instantes), una web en la que un amigo exponga sus pensamientos de manera elegante y sincera y comparta sus capturas gráficas de instantes preciosos...

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