Joded hasta desfallecer

Joded hasta desfallecer era la consigna de Casanova y de sus coetáneos. En pleno siglo de las luces en que la educación iba destinada, muy al contrario de nuestro siglo XX-I, que es esencialmente técnica y científica, al goce y al cultivo del placer tanto en el plano intelectual, en el arte, la literatura y la filosofía, como en lo sensual, promoviendo el goce de los sentidos a todo placer, en lo gastronómico, en los perfumes, en el tacto de las telas y las pieles y en la armonía estética de muebles, adornos,  motivos pictóricos sexuales recogidos de la antigüedad clásica con sus faunos, ninfas y sus orgías en mitad de la naturaleza. Un siglo, el XVIII, en el que la desmesura en la complicado se lleva a su máxima expresión por ejemplo en los tocados en las mujeres, los polvos, las pelucas, las finas sedas, los jabones y perfumes, y las constantes cenas y fiestas en las que se comían ostras (a punto estuvieron con acabar con todas las de la costa de venecia), se tomaban vinos, champán y ponche para regar suntuosas viandas a base de asados, patés, caza, etc que hacían las delicias de los comensales que acudían ricamente ataviados. Poco importaba a las damas coger peso en aquellos banquetes, algo ridículo en la época, y no solo eso, suponían un anticipo a la voracidad con la que se llevaría despúes a cabo el combate amoroso secundado probablemente de varios asaltos durante toda la noche. Así nuestro Casanova no dedicaba menos de siete horas  a estos menesteres. Por ello reivindico esta bella época en la que predominaba el carpe diem del poeta Horacio y el joded hasta desfallecer.


Continuará...